¡QUE VENGAN LOS SAMARITANOS DE CRISTO!
- comunidad monástica
- 13 jul 2019
- 8 Min. de lectura

LITURGIA DE LA PALABRA
DEL DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO
(14 DE JULIO 2019)
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (30,10-14):
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este precepto que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir:
“¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”. Ni está más allá del mar, para poder decir: “¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”.
El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas». Palabra de Dios.
Salmo
Sal 68,14.17.30-31.33-34.36ab.37
R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
V/. Mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mi. R/.
V/. Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
V/. Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
V/. Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,15-20):
Cristo Jesús es imagen del Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque en él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres,
visibles e invisibles.
Tronos y Dominaciones,
Principados y Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo,
y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él y para él
quiso reconciliar todas las cosas,
las del cielo y las de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».
Palabra del Señor.
COMENTARIOS A LAS LECTURAS
DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO
(14 DE JULIO)
Escuchar, que gran necesidad, pero escuchar bien, ordenar lo que se escucha, dar prioridades a las palabras que nos lleven a la paz o nos devuelvan la salud. Sí, es este domingo uno de esos en lo que todo me despierta a la escucha.
¡Cómo escucho a los hombres! y, ¡Qué poco a Dios! Soy como una memoria computarizada para no perder detalle de las barbaridades o estupideces o, locuras con las que la humanidad está llenando la boca y con la cual envenena mis venas de dolor. Y, sin embargo, soy un amnésico total para las cosas del alma, del cielo, de la fe.
Por eso, acojamos esta primera lectura como una llamada de atención a nuestras sorderas y cegueras. Queremos, necesitamos escuchar la voz de Dios, la voz de los mandatos y preceptos que me dignifican. A ellos deseo volver con el corazón y el alma, signos preciosos de mi esencialidad. ¡Sí! Soy corazón, soy alma. Volver a Dios sería, es, la razón más potente de no dejar de ser. Cuando me separo de la escucha de su voz, me aparto de la realidad que me circunda y me dejo llevar por las voces oscuras de la incapacidad.
No estamos acostumbrados, al menos ya este siglo, a escuchar, menos a tener fe o estar bajo la mano poderosa de Dios. Se nos recuerda que el hombre es para sí Dios y que por tanto no necesita ni cielo, ni salvación, ni sacramentos, nada. Nos rebelamos contra los mandamiento y leyes y, sin embargo, nuestras sociedades están bajo esta presión legal, mandataria a la cual podemos poner el apelativo de “dictadura”. Esto es lo sorprendente.
El Señor no quiere que entremos en unas leyes mortuorias, ni esclavizantes, sino que es una invitación a que descubramos que es Él, y sólo Él, quien ha puesto la ley en nuestros corazones. Ya dijimos que éramos corazón, alma, ¿hay mejor lugar para escribir sobre la ternura? Eso mismo contiene el que ha dado su Mandamiento mayor, el amor, ternura y ésta se basa en leyes de misericordia y crecimiento, de libertad y locura de gracia. Al tener en nosotros esta ley única, podemos proclamarla con la boca, decirla con los labios. Cuando pronunciamos la ley de Dios, llenamos el mundo de la ternura del Juez Supremo que ama hasta entregar a su Hijo.
No podemos ni debemos querer huir de Dios, porque entonces caeríamos en las redes de las leyes del mundo que aplastarán nuestra palabra, arruinarán su fuerza y romperán el alma. Resiste como fuerte soldado en la Ley del Amor.
Una Iglesia a la escucha de la Palabra, es una Iglesia cuya forma de latir es el amor de la eternidad divina. La eternidad es la realidad del que es Amor. No es eterno para imponerse, sino eterno para sostenernos. No es el enemigo sino el amigo, el que lo es todo para que dejemos de ser nada. Por eso, en él y con él, ya que es nuestra cabeza, resucitamos si morimos, nos levanta y reconcilia cuando caemos, nos da su paz, aún crucificado. Todo se le somete, aunque algunos hombres y sociedades han preferido mantenerse en la rebeldía de los que retan a Dios, a su hermosura con su negatividad, su tristeza, su agonía y sus muchas blasfemias. ¿No es esto renunciar a ser hombre, mujer en felicidad eterna?
Dios no es poderoso por su poder, sino por su humildad. Esto, o lo aprendemos y nos lo metemos en nuestras entrañas o seguiremos siendo los arrogantes que creen que pueden manejar a Dios. Dios es Jesús, que como Hijo se abajó, se hizo hombre, siendo Él anterior a todo, siendo todo creado por él y mantenido por él, seguimos siendo unos desleales con el fiel amor que Dios nos tiene. Volvamos al signo de la cruz y seremos salvados.
Ser salvados es ser amados, sólo el amor tiene esa capacidad, por eso es el atributo del Dios justo. Nos salva por el amor. Pero, no le pongamos a prueba, no estemos siempre tentándolo con nuestras idiotas preguntas o nuestras continuas mentes rotas que no pueden contener el suave reflejo del amor de Dios. Si este maestro de la Ley del evangelio quiere poner a prueba a Jesús, no es sino una muestra de ese desamor de su corazón. En él sólo hay, como su misma situación indica es un sabiendo de la Escritura y de la Ley, una cotorra que sólo habla y habla pero no vive esa palabra. Hoy día hay demasiados “maestros y maestras de la fe” que dicen saber, pero son ignorantes. Publican aquello que les conviene y atacan aquello que toca su realidad falsificada. También en la Iglesia hay muchos que desde dentro atacan a Jesús con respuestas heréticas, con resoluciones personales que nada tienen que ver con la autoridad de la Iglesia. Dicen lo que les viene en gana sobre la fe, dan puntos de vista sobre la realidad cristiana y, casi siempre reflejan lo que en su interior hay: desorden, poca responsabilidad y compromiso, lujuriosos que se entregan a sus placeres porque son incapaces de entender la veracidad de los Dogmas, de la misma Palabra que es Cristo.
Pero bueno, volvamos a esa pregunta del publicano: “¿Qué debo hacer para ganar la vida eterna? Primero, la vida eterna no se gana, ha sido ganada para nosotros por el obediente Jesús, sólo Él ha hecho posible que en nosotros haya conciencia de salvados. La vida eterna no es el premio a mis bondades, sino la consecuencia de la Pasión del Señor por mí. Luego, otra cosa es que con esa libertad que nos caracteriza de hijos de Dios, queramos o no aceptar el reto de permitir que sea Jesús el que nos salve en él.
La vida eterna es una realidad del Viviente, del Primer Resucitado, Cristo, la vida eterna es la consecuencia teológica de la fe en él. Por eso, al Señor, no se le coacciona con nuestras preguntas finitas, sino que a él se le hacen preguntas eternas, profundas de amor, de escucha atenta a sus labios, porque en ellos está la respuesta a nuestra humanidad.
Y, el Señor, quiere responder a este hombre que le hace una pregunta eterna, pero con un corazón muy terrenal. Aún así, el Señor desea nuestro Señor darle respuesta, es de nuevo un signo del Humilde Cordero, santo, paciente, enamorado, fiel a su compromiso de alianza. Y, aunque nuestro personaje sabe y responde con mucha energía con la misma Escritura, sigue sin entender la encarnación de la Palabra, que ya no puede seguir siendo un pensamiento sin compromiso, un aprendizaje de memoria de lo que se dice en ellas, hay que adentrarse en la comunión con la Escritura para que ésta sea hecha carne y tenga rostro. El maestro de la Ley está frente al que es el Rostro Misericordioso, a él debe escuchar, hacia él debe enviar sus preguntas profundas y ha de adentrarse en cada gesto del que está delante de él.
Jesús vuelve a utilizar ese método pedagógico que se hace entender incluso para los más “cortos de mentes”, las parábolas son una metodología que en Jesús resaltan por su hondura y simplicidad. No hay muchas arandelas, van directas al entendimiento. Al maestro le aborda con una de ellas, donde él mismo se va a ver, a descubrir, le va a doler verse desenmascarado. Muchos son los que pasan ante el herido del camino, abatido por los golpes de los que le asaltan, muchos que tenía la obligación de hacerse misericordia acorde a la voz del Señor que habla en los pobres, en los que están heridos, pero por el contrario dan un rodeo, es mejor no ver, no comprometerse, diríamos hoy “no meterse en problemas”. Pero, ¿no es el cristiano un signo de contradicción? ¿No debe ser él quien rompa las maldiciones que están ahogando a la humanidad cuya mirada se pierde en la nada? Volver a mirar a nuestro alrededor y escuchar la voz del Señor, cumplir sus mandamientos, dejarse de perfecciones teológicas mentales para pasar a esa teología viva de la cruz. “Hacer lo mismo” que el samaritano es complicarse la vida, pero salvarla en el cielo. Dar el paso de dejarle al otro mi cabalgadura es abrir la puerta a quien me tomó sobre sus hombros, como oveja perdida y me rescató del enemigo, del lobo.
¡Menudo domingo! A veces esto del cristianismo es una verdadera locura, bueno, no “algunas veces”, sino siempre. No tuerzas tu camino, hacia adelante, como los discípulos del Crucificado.
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