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EPIFANÍA: MIRAR Y CONTEMPLAR

comunidad monástica

LITURGIA DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR 2020

5 DE ENERO DE 2020

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (60,1-6): ¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, y su gloria se verá sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen hacia ti; llegan tus hijos desde lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, y estarás radiante; tu corazón se asombrará, se ensanchará, porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti, y a ti llegan las riquezas de los pueblos. Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios de Madián y de Efá. Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso, y proclaman las alabanzas del Señor. Palabra de Dios.


Salmo

Sal 71

R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.

V/. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R/.

V/. En sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. R/.

V/. Los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; postrense ante él todos los reyes, y sirvanle todos los pueblos. R/.

V/. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R/.


Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-3a.5-6): Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio. Palabra de Dios.


Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12):

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino. Palabra del Señor.


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR 2020


Hoy, cuando celebramos esta maravillosa manifestación del Señor ante los Magos, mi corazón de una forma especial se ensancha, seguramente por el recuerdo de niño, cuando este día era un día en donde ser niño implicaba en creer en cosas grandes, excelsas, donde la espera de los regalos, no era sino una anécdota frente a lo realmente maravilloso aunque yo no lo entendiera, pero que se asociaba a unas estampas invernales donde unos Reyes visitaban un establo y allí encontraban al Niño. No se me va de la cabeza la imagen en la Plaza Mayor de mi Burgos querido, cuando llegaban allá la cabalgata de Reyes y allí, ante un pesebre humano, esas majestades descendían de sus carrozas y llevaban al niño sus dones, mientras sonaba el aleluya de Haendel. ¡Qué emoción! Aquí en nuestra tierra de Colombia esta tradición no existe o es algo muy diluido, pero la Iglesia lo celebra con la misma intención: hacernos ver que el Dios-con-nosotros, se ha manifestado.

Y esto es en sí luz, esa luz que rompe las tinieblas, una luz que hace cantar nuevos tiempos. No se manifiesta Jesús con la intención de provocar miedo, sino de pacificar nuestras historias humanas a través de la imagen de un niño, de alguien indefenso. Estamos acostumbrados a que la luz venga a cegarnos, pero esta luz, Cristo viene para iluminarnos. No viene a hacernos ciegos, sino a quitarnos la ceguera que tenemos por nuestras arrogancias. Con Cristo, el pueblo puede llegar a encontrar su camino, su verdad y su vida, por eso es levantarse la acción de ver. Y vemos imágenes que podrían desestabilizar nuestro orgullo, pero eso es bueno. Porque mirar al Niño, contemplar en él la fuerza de un Dios, observar como se acercan pastores humildes y hasta Reyes es una oración de conversión y de abajarnos hasta esa realidad que quiere transformar nuestro interior. Volver a ser como niños es un paso de luz. La manifestación del Niño ante los pastores y ante los Reyes es un signo universal de fe, porque Dios no se ha encarnado solo para unos pocos, sino para el universo entero. Todos caben en el pesebre y ante la imagen de los que reconocen que algo extraordinario está ocurriendo en ese Niño. No solo creo yo, los demás pueden creer. No sólo Dios desea salvarme en ese Niño, sino que desea que todos os hombres se salven. Por eso, nuestra Iglesia es Católica, universal. Los dones de Jesús Niño ya están depositados en el vientre de la esposa-Iglesia. Uno de ellos es la universalidad del amor y del perdón. Somos una Iglesia donde todos pueden ser perdonados si se atreven a mirar al Jesús que se manifiesta con humildad.

Y, en la fe hay que preguntar, como los magos “¿Dónde está el rey de los Judíos que ha nacido? Sí, porque esa será la forma de encontrarlo, tal y como es, sin tener que añadir, ni inventar nada. Jesús quiere ser encontrado, pero bajo sus parámetros sin que quede expuesto a nuestra decadencia intelectual. Uno de los problemas actuales es precisamente ese querer saberlo todo sin comprometerse con nada. Los Magos van en su búsqueda, pero vestidos de un querer encontrar sabiduría y no de imponer su sabiduría. La gente se pone nerviosa hoy día, como Herodes, cuando oye hablar de Cristo y de repente salen muchos comentarios que intentan atajar su divinidad, su humanidad y, su presencia en la historia. Oír hablar de Jesús es enfermarse del ego propio y de creer que “ese niño” viene a destronarnos. Habrá que preguntar si creemos que tenemos trono, porque parece que muchos sí lo creen. La manifestación de Jesús no es un fastidio para la vida humana, sino el sentido de la vida humana. Sin Jesús, sin la referencia al Mesías, nuestra vida es un cúmulo de desastres vitales, donde todo gira en torno a las circunstancias que van llegando sin posibilidad de ordenamiento. Todo es, podemos decirlo, caos. Pero si nos dejamos guiar por la estrella y nos permitimos llegar a Belén, descansar frente a ese Niño, contemplar y sacar nuestros dones ante su presencia, toda nuestra vida se ordena maravillosamente para el bien del alma.

Feliz domingo.

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