ORAR. SI INSISTES, INSISTE BIEN
- comunidad monástica
- 19 oct 2019
- 7 Min. de lectura

LITURGIA DE LA PALABRA DEL DOMINGO
XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO
(20 DE OCTUBRE DE 2019)
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (17,8-13):
En aquellos días, Amalec vino y atacó a Israel en Refidín. Moises dijo a Josue: «Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano». Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada. Palabra de Dios
Salmo
Sal 120,1-2.3-4.5-6.7-8
R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
V/. Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R/.
V/. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. R/.
V/. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. R/.
V/. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3,14–4,2):
Querido hermano: Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena. Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina. Palabra de Dios.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”». Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?». Palabra del Señor
COMENTARIO A LAS LECTURAS
DEL DOMINGO XXIX
La perseverancia del que ama al pueblo de Dios, sabiéndose en él actor principal de amor, de defensa. Moisés, es el que ora por el pueblo del Señor y lo hace desde la altura de su contemplación. Llegar al monte, elevar los brazo en señal de constancia y petición confiada, hacen que el pueblo vaya ganado la batalla. Necesita ayuda Moisés, pero este mismo no es el signo de la debilidad, sino de la fuerza de la comunidad, cada uno en su puesto, pero todos con un mismo sentir, un mismo latir…un solo corazón. Mientras unos están al frente de la batalla, otros están en esa retaguardia protectora. Si comprendiéramos el valor de la oración en comunidad, si entendiéramos esa profunda acción divina que llega cuando los hermanos están bajo la acción del Espíritu en oración, seguramente no dejaríamos que el cansancio nos apretara hasta que los brazos se cayeran, sino que extenuados por el amor, moriríamos por el bien de los otros, orando sin cesar, uniéndome a mi comunidad con valor y certeza de que ésta es el Cuerpo del Señor. Pero, no creemos en el amor de la comunidad, ni en los que la forman. Cada uno eleva los brazos a Dios sin comunión, sin corazón, sin latidos de confianza…elevamos nuestras manos egoístamente y eso, ya deja de ser oración de la Iglesia, oración carismática.
A Moisés le ayudan, ¿qué hay de malo en que al “hombre de Dios” le ayuden? Nada, porque es la ayuda de los que confían en el Dios que les escucha en la intercesión de su padre Moisés.
Hoy, la Iglesia, parece que pierde la batalla ante el mundo. Pero lo cierto es que sé, que hay muchos cristianos en el mundo que no dejan de elevar sus brazos a Dios en petición y agradecimiento. Cristianos que cristianizan orando, y sin ruido. ¿Volverás a elevar tus brazos en oración y petición por tus hermanos? Hazlo, verás que la batalla contra los enemigos se vence, porque Dios no abandona a los que confían en él.
Volvernos cristianos de la Palabra, es decir, unos enamorados de la Sagrada Escritura es entender el valor orante de la misma y, nuestro corazón orante desde ella. Somos lo que oramos en la Palabra, de nosotros nace el fruto de la palabra sembrada.
Dar la importancia que tiene la Sagrada Escritura para la comunidad creyente es no engañar, al tiempo que ordena la vida de los que creen en Jesús. Ciertamente el mundo de hoy no está por la labor. ¿Qué a mí me van a corregir con la Palabra de Dios? ¿Qué me van a educar con ella? No, no…estas son las contestaciones de los insolentes de la vida humana, de aquellos que no entienden que ellos mismos son “una palabra” de Jesús en el mundo, es decir, un dicho de luz divina para su sociedad. No nos gusta que nos digan lo que está bien y lo que está mal, somos soberbios, además de incultos. ¿No es el amor la base de toda verdad? Quien ama, estás corrigiendo en la verdad del amor. Pero pareciera que la Iglesia ya no puede ni debe decirle nada al hombre de esta sociedad. Se siente ofendido. San Pablo, sin embargo, le pide a Timoteo que actúe con coherencia de fe ante las situaciones del mundo, con el fin de formar al hombre a toda obra buena. Insistir a tiempo y a destiempo, ¡qué difícil hoy día! Porque creen que atacamos y que nuestra política es siempre desanimar e ir contra el hombre porque le condicionamos con la fe. ¡Jamás! La fe no condiciona, la fe libera, porque la Palabra de Dios es Creadora y, quien crea es el que puede hacer al hombre libre.
La verdad, creo que haría falta doctrina en la comunidad cristiana para enseñar a los fieles. No se trata de una doctrina condenatoria (todo es malo) sino, la doctrina del amor, ¡regresa a la Palabra de la Vida! Somos propensos al miedo y, como Iglesia a decir la verdad para no herir…y, se trata de abrir la herida podrida del corazón del hombre que no sabe que él es un espacio sagrado y que seguir herido, será morir calcinado por el vacío de la nada.
La doctrina de la que podemos hoy hablar es la de la fe, una fe concreta y real en un hombre concreto y auténtico: Jesús. Y, si Jesús es el amor del Padre, su Verbo, su Palabra, entonces en él existe la doctrina del amor encarnado que promueve la fe en el corazón del hombre.
Cuando hablamos de oración, creemos que ésta debe basarse en una serie de momentos ajenos a mi realidad humana, como que orar sería salir de mi humanidad, pero es todo lo contrario, adentrarnos en la oración es humanizarnos para sabernos amados en el Amor de Dios y, por ello mismo unidos en oración con mis hermanos que buscan, como yo, el rostro de Dios que es el Pan para la vida del mundo. Orar no por tiempo, ni un espacio, no por tormentas o periodos de brisas del alma, sino en todo momento. Oro porque soy amado. Orar es hablar con el que me ama y, acercar ese amor a los hombres y mujeres, sociedades y pueblos que elevan sus brazos a Dios aún sin saberlo. Oro para ayudar al hombre a que se libere de todo temor y se entienda en el misterio que, como decíamos el domingo pasado, habita en nosotros. La oración es pacificación, aunque para ello, hay que primero purificar el interior de toda voz oscura, negativa, que obstaculiza la relacionalidad con la voz del Amado.
Jesús cuenta una parábola con el fin de sonsacar de los discípulos las excusas del cansancio orante, insistir a Dios en la oración en engrandecer su presencia en el mundo, entre los hombres. La acción orante del Espíritu en el corazón del que ora es la imagen de la escucha del cielo, del actuar del Hijo en la tierra y, la salvación de los hombres que gritan a Dios un auxilio y, les llegará por nuestra oración.
Si insistes, insiste bien, no seas cómodo ni facilista. Esfuérzate por orar con constancia y dedicación, porque es a Dios a quien buscas, no a ti. Es a Dios poderoso a quien suplicas, no a los demonios. Has de ser fiel y esa fidelidad es oración de quien confía en su Dios. Nuestra oración ha de desvelar la fe que tenemos, porque es lo que nos salvará cuando estemos frente a Dios. Vivir en fe y orar con fe es esperar a que llegue quien me escucha y me responde. ¿Acaso crees que Dios no te responderá en su tiempo? Porque si lo que buscamos con la oración es que nos hable en nuestro tiempo, a la hora y en el momento que queremos…mal vamos. Hablará sí, a su tiempo. Pero tú, insiste a tiempo y a destiempo…a Él le gusta amarte cuando te ve orándole.
Feliz domingo.
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