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ZAQUEO: BAJA... Y ACOGIÓ QUIEN ES LA PALABRA

Actualizado: 3 nov 2019


LECTURAS DE LA LITURGIA DOMINICAL

XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO


Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (11,22–12,2):

Señor, el mundo entero es ante ti como un grano en la balanza, como gota de rocío mañanero sobre la tierra. Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo, no lo habrías creado. ¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?, o ¿cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amigo de la vida. Pues tu soplo incorruptible está en todas ellas. Por eso corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor. Palabra de Dios


Salmo

Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

V/. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

V/. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

V/. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/.

V/. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. R/.


Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,11–2,2):

Hermanos: Oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima. Palabra de Dios.


Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». Palabra del Señor


COMENTARIOS A LAS LECTURAS DEL DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO


Pareciera que la amargura ha llenado el corazón del hombre y de la mujer de estos tiempos. Lo que parece normalidad es en el fondo anormalidad vital, porque se vive a un ritmo frenético de autodestrucción de los valores, de la vida, del hombre en sí. Vemos a gente reír, a las personas relacionarse de un modo más o menos decente en el mundo laboral y familiar, social y cultural, pero no deja de ser un espejismo y una rara sensación de estar ante personas que por más que lo intentan, no salen de su depresión, de sus estados volubles de ánimo. Hoy arriba, mañana abajo. Y no hablo en sí de una depresión diagnosticada y que ha de ser tratada por los trastornos que aparecen, sino de que hemos hecho de la depresión nuestra más fiel amiga. Las apariencias están ahí, desánimo, días sin esperanza, ni futuro, ni manera de ver la belleza que nos rodea y nos constituye. Y, los cristianos estamos inmersos en este mundo depresivo que también intenta alcanzarnos para robar la experiencia de un amor más grande y de una creación más tangible que vivo y que me hace vivir. Hay una lucha entre los que no aparentamos felicidad y los que viven en la mentira de sí, inventando y tapando todo el día su historia para que no les duela la vida.

Y mientras estos deprimentes conscientes, que sólo se miran a sí, se mueren sin esperanza, nosotros vemos lo que el libro de la Sabiduría nos dice este domingo. Sí, somos creados porque hemos sido amados, Dios no aborrece nada de lo que ha creado, porque sólo el Creador puede hacer existir, ¡soy existencia divina! Dios es amigo de la vida, nuestras sociedades lo son de la muerte. Nuestra corrupción tiene un halo de soplo divino incorruptible, por eso en nosotros no hay muerte, sino vida. Los cristianos sabemos la belleza con la que Dios actúa y por eso la cantamos, alabamos al Señor y nos sentimos parte de esa gracia en la que Dios al crear todo, nos creó a nosotros.

Es necesario ser una Iglesia que nazca de nuevo y haga nacer de nuevo a la humanidad caída en sí, encerrada en sus intereses egoístas. Corregir a los que piensan que la vida es una estupidez, que mejor morirse, que para qué vivir. Corregir a esos desagradecidos que nos aben verse en clave de don, de misterio, de luz.

La vida es una llamada y si nos persigue la muerte, la desilusión, el tedio, la tristeza, la agónica experiencia del yo que no termina de morirse y nos arrastra, es necesario que los cristianos nos pongamos serios en esto y demos cuatro gritos a esos sordos ególatras y les hagamos salir de su mentira. Para ello, como san Pablo nos pide, debemos orar de forma continua, porque la oración es sanación. Devolver a los insatisfechos de la vida el Nombre que da vida: Cristo. Sólo así, devolveremos a la mirada perdida en la depresión su expresión más grande y real, que ella puede ver, mirar, contemplar las maravillas del Señor. Y si hay que nacer de nuevo, hagámoslo.

Muchos pretenden decir que es mejor morirse, pero es en esa inconciencia en la que viven lo que les hace decir barbaridades. Una sociedad que invita a morir es una sociedad que no tiene en sí el valor de la vida. No quieras que venga el Señor antes de tiempo, porque para ti, hombre o mujer desanimado y desagradecido, sería tu juez, por no haber aprovechado la vida para amar, sentir, perdonar, cantar, ¡creer! Para los que amamos la vida y creemos en el Señor de la Vida, su llegada será cuando Él quiera, a la hora que él quiera…mientras, aprovecharé esta corta estancia de la vida para crecer en fe, en esperanza y en caridad. Espero su llegada con anhelo creyente y no con tristeza.

Una de las causas por la que estas sociedades retiran a Cristo e invitan al hombre ha que sea dueño de sus acciones sin tener que dar cuentas a nadie es que ya no quieren ver a Jesús. Mientras Nicodemo, hombre rico y hastiado de todas las cosas, entiende que en Jesús podría estar su felicidad máxima y su liberación de lo material, sube al sicómoro para atisbar a ese profeta de Dios, las sociedades de hoy aplastan al hombre y su mirada con mentiras e imágenes falsificadas.

Es Nicodemo esa señal en la vida de quienes saben que están hechos para el amor y se empeñan en encontrar el sentido de su amor, de su vida, de sus días. Y lo encuentra en Cristo, el cual, ya mira al publicano y rico personaje y lo manda bajar. Bajar es salir de uno, dejar de mirarse y comenzar a mirar alrededor. Bajar es entenderse en la vida del otro como centro dejando de ser yo el centro de todo. Bajar es para Nicodemo una puerta de entrada en aquél que le pide que le reciba en su casa. Y la casa de Nicodemo se llena de salvación y conversión. Porque cuando entra y dejas entrar a Jesús en tí, en tus cosas, de forma consciente, no hay marcha atrás. Sí, tu pecado tiene visita, tus depresiones y tristezas ahora ya tienen motivo para la alegría, porque Jesús rompe y supera las barreras de los hombres que te cierran la vida. Sí, no lo dudes, muchos de los que te rodean, buscan apagarte, ¿lo permitirás? Deja que entre el Ungido de Dios para que seas ungido de alegría y paz. Jesús entra porque es el Señor, el cual ha venido a salvar lo que estaba perdido. ¿Te das cuenta de cómo te ama Dios y de que no se arrepiente de haberte dado la vida?

Hoy, este domingo ha de ser para ti un renacer de nuevo a la vida de Cristo.

FELIZ DOMINGO.

 
 
 

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